El erotismo da miedo porque se lleva las palma en el exceso, se abre en la superabundancia y en lo

El erotismo da miedo porque se lleva las palma en el exceso, se abre en la superabundancia y en lo
"El erotismo da miedo porque se lleva las palma en el exceso, se abre en la superabundancia y en lo ilimitado. Eleva el instinto a categoría de un arte de amor, y por lo tanto de vivir". (Sophie Chauveau)

martes, 29 de enero de 2013

Tranquilo, es domingo.

Dice una amiga mía que el domingo es para comer tarde, dormir todo el día, y quejarse de que mañana es lunes. 
Yo me río cuando lo dice, pero tienes más razón que un santo Carol. 
Pero el domingo es para algo más. 
El domingo es para oír la lluvia de enero contra los cristales, desde la cama, arropados en el calor de las sábanas. 
El domingo es para mirar de reojo el despertador y reírse de él. 
El domingo es para despertarse mil veces a lo largo de los minutos que te acercan al mediodía, y cambiar  de postura en la cama, buscando tu cuerpo para hacerse un hueco en él. 
Buscando Mi sitio en el mundo. 
Tu pecho, tus brazos, tu delicioso abdomen acogiéndome en su forma, como si conformáramos un tetris perfecto que sólo tu y yo (y sólo Tu y Yo, juntos, nunca con nadie más), sabemos conjugar. 
El domingo es para notar cómo comienzas a desperezarte, a sacudirte de esa modorra mañanera que impregna la habitación, y empiezas a tomar conciencia de que estoy ahí, a tu lado, desnuda. 
Desnuda desde anoche, todavía oliendo a animal satisfecho, con mi piel empapada en tus jugos desde hace horas. 
Desde que nos devoramos como bestias hasta quedar exhaustos y dormirnos pegados como adhesivo por nuestros sudores, por nuestros fluidos. 
Tomas conciencia de mi piel cálida por el calor de las sábanas y de tu cuerpo, y te pegas a mí. 
Poco a poco. Vas ganando terreno en nuestro lecho. 
Te asomas a nuca, tomándome con tus brazos desde atrás. 
Respiras profundo, desperezando poco a poco tus sentidos de la noche larga. 
Primero tu olfato. 
Hueles mi nuca, mi pelo, detrás de mi oreja... Susurras: 
.- Hueles a hembra follada...mmmmm...




Y entonces, comienzo a despertarme de verdad. 
Sé que esto sólo es la antesala del despertar de todos tus sentidos, y de los míos. 
El tacto también empieza a despertarse. 
Tus brazos me envuelven con más fuerza, y empiezas a examinar con esas manos enormes, suaves, hechas para estudiarme. Una en cada uno de mis pechos. Los bordeas, los redondeas y los moldeas con la punta de los dedos. Pellizcas su carne, caliente y pegajosa de sudor y de tu saliva de la batalla nocturna. 
Dibujas círculos en mis pezones, sintiendo cómo se endurecen, cómo se alegran de encontrar las yemas de tus dedos y se endurecen. 
.- Ayer se llevaron una buena paliza estos dos... A veces te los arrancaría a mordiscos, te juro que te los arrancaría si me dejara llevar. 

Mmmmmm.
Te pegas más a mí, y te siento. 
Duro, durísimo, llenándome ya de ganas, de deseo, tu polla que me hace empaparme sólo con pensar en que es la promesa de que me llenarás con ella. Me llenarás hasta que pida tregua. 
Se clava en mi culo, palpita contra él, llena de sangre, llena de lujuria, llenándome a mí de lujuria, emputeciéndome... Pero sigues con calma. 
Es domingo. 
Tu mano abandona mi pezón, dejándolo huérfano de esos círculos que dibujabas, y ahora bajas por mi abdomen. Me cosquillea la piel a tu paso. 
Separas mis piernas, quieres acceso libre a mí. Siempre lo buscas. Siempre te lo daría. Abriría mis piernas a tus manos, a tu polla, a tu boca, a tí, siempre que quisieras. 
Tu tacto sigue despertando. Tus dedos me recorren los labios, húmedos ya, húmedos aún. 
Húmedos aún de anoche. La leche que vertiste ahí anoche sigue ahí, mezclada con mi jugo, todavía asomando poco a poco hacia mis bragas; los vestigios del sexo pretérito siguen deslizándose de mi coño hacia el exterior, y mi coño ya se está preparando para chorrear de tí y de mí otra vez. 
Metes los dedos en mi agujero, el que todavía sigue dilatado por las embestidas de tu polla. 
.- Mi corrida de ayer es tu lubricante de hoy... Eres mía, nena...mi leche ahí da fe. 

Instintivamente arrimo más mi espalda contra tí, contra tu polla palpitante. 
Quiero esa piedra que se me clava en la columna atravesándome. La quiero desde que me respiraste en la nuca despertándote.
Tu derecha abandona mi pezón, tu mano izquierda abandona mi coño, tu polla se aleja de mi culo. 
Te incorporas en la cama, de rodillas ante mí, me giras y me pones boca arriba, abres mis muslos, con violencia casi, con fuerza, con prisa. 
Tranquilo, es domingo. 
Ahora comienza a despertar tu sentido del gusto. 
Acercas tu boca a mi coño, empapado él, empapada tu lengua de saliva. Siento el calor de tu aliento en los labios, y empiezo a sentir esas punzadas de placer en mi columna que conozco bien. 
Tu lengua me explora, me reconoce como si hiciera años que no me visita. Lames mis labios, lames mi clítoris, lames mis fluidos, los absorbes, te los bebes para desayunar. Saboreas mi sabor, el tuyo, el de tu semen delicioso que aún permanece. Muerdes, chupas, tiras, exprimes, saboreas, me retuerzo, sigues mordiendo, me empapo, me empapas, gotea mi flujo por tu barbilla, gotea tu saliva por mi coño, gimo, suspiras, me retuerzo más, me agarras con fuerza las caderas, me acercas más a tu boca, me follas con la lengua, la siento entrando en mi coño, oigo el sonido de tu boca encharcada por mi. 
Me dejas caliente, deseando polla, tu polla. Repasas mi coño con la punta de los dedos, incorporándote, mirándome con desafío, amenazándome con tu cuerpo ahora erguido, con tu polla tiesa, ante mi coño anhelante. 
Pero todavía tiene que despertarse mi sentido del gusto. 
Trepas cama arriba, de rodillas, hacia mi cara, despacio, sin prisa, solemne, arrebatador, suavemente. No hay prisa. Es domingo. 
Te exhibes majestuoso ante mi, erguido, firme, tieso como una piedra, con tu polla palpitante a centímetros de mi boca, me miras como sólo tú sabes mirarme. Me miras y tus ojos me dicen: 
.- Aquí estás, mi puta.

Y tu polla despierta mi sentido del gusto. 
Te acercas a mí, abro mi boca, deseosa de saborear su suavidad, su dureza. 
Pero se acabaron las contemplaciones. 
Es domingo, pero tienes ganas. Muchas ganas. 
Sujetas mi cabeza que estaba apoyada en la almohada, me incorporas hacia tu verga dura, la metes en mi boca de una embestida, me la llenas de toda esa carne tuya, carne llena de sangre, calor, con sabor a leche a mi coño. 
Y tu puta se ha despertado completamente este domingo. 
Abro toda mi boca para hacerle sitio, salivo de ganas de comérmela. Y siento como golpeas el cielo de mi paladar en cada movimiento de tu cadera. Me emputeces cielo. Me muero de ganas de mamártela, y estoy mamándotela. Y sin embargo quiero más. La quiero más dentro, quiero sentir como tu capullo me acaricia la lengua, como tu tronco se atasca casi entre mis dientes, sin tener sitio para tragármela entera. Sentirme la boca llena de polla. Sentirme llena de tí. 
.- Te encanta chupármela... me encanta verte así. Mirarte desde aquí arriba, con tu boquita llena de mi polla, intentando tragarla toda... joder, me encanta verte así, tan puta. Tan mía.

Gimo como única respuesta. 
Mueves mi cabeza para que mame, y mame, follándome la boca...olvidándote de que es domingo, y no, cielo, no hay prisa. 
Me la arrancas de la boca, me dejas sin mi dulce polla, y me siento como niño que le han quitado su helado de chocolate.
Despierta de todo la bestia que me folla cada día, y sujetándome de un brazo, me giras en la cama para dejarme boca abajo; coges mis caderas y las colocas a tu gusto, ofrecida a tí, como te gusta verme, pidiendo con mi culo en pompa tu polla, pidiendo tus embestidas sin hablar. 
Me juntas las piernas, incorporas mi cabeza sujetándome del cuello, tumbándote sobre mí, cubriéndome entera con esa delicia que es la escultura de cuerpo, tuerces mi cabeza hacia atrás y hacia un lado, para mirarme los ojos, y mientras siento como acercas la punta de polla a mi coño ahora ya desesperado por sentirte, dejas caer todo tu peso sobre mí: 
.- Ahora te voy a follar, mi niña. Te voy a follar, mi puta... 

Y te siento entrar en mí. Con maestría, como me has follado desde siempre. Y me siento siempre igual en cuanto tu polla se adentra en mi coño: siempre como aquella primera vez en que me enseñaste lo que era una polla dentro de mí, tu polla. Como aquella vez en que te llevaste por delante toda mi vergüenza, mi pudor, mis miedos, mi timidez, mis quince años de virginidad, y me convertiste por obra y gracia de tus embestidas y tu arte en la puta que soy para tí cada noche, cada día. 
Muchos años desde esa primera vez, y me sigo sintiendo desgarrada, atravesada, empalada, invadida, cada vez que tu polla se clava en mis carnes más profundas. 
Otros han pasado por ahí, pero ninguno me ha llenado como tú. Ninguno me ha llenado de placer, de lujuria, de polla, de ganas, emputeciéndome, como tú lo haces. 
Y me follas, me lo has prometido, y me follas. 
Tu polla clavándose en mí, saliendo de mí, dejándome deseosa en esa fracción de segundo que te alejas, y volviendo a hacerme feliz entrando otra vez. 
Siento tu polla atravesándome, ese calor en mi columna que avecina mi orgasmo que lleva cocinándose desde que suspiraste en mi nuca esta mañana de domingo. 
Tus manos se clavan en las carnes de mi culo, sujetándome, sirviéndote de asas para follar a esta mujer sujeta bajo tu cuerpo, a tu disposición para toda la lascivia que emana de tí. 
Tus huevos golpean mi coño, mi coño empapa de líquidos, mis líquidos escurren por tu polla, tu polla se clava en mí... Me pierdo en esa espiral de huevos, coño, líquidos, polla...carne clavada en carne...
.- Vamos nena, quiero sentir como me empapas de verdad, quiero oirte gritar; córrete mi puta...

Me lo dices al oído, tu pecho golpeando mi espalda, tu polla golpeando mi coño...
Y basta esa frase, ese saber que quieres mi orgasmo, para hundirme en el abismo del placer más intenso, y me dejo ir... y me deshago en gemidos, espasmos, flujo, sudor... bajo tu dominio, bajo tu cuerpo, sobre tu polla. 
.- Diosssss... me encanta cuando te siento tan cremosa en la punta de la polla, recién corrida, mi niña... Agggg... no sabes cuánto me gusta sentirte escurrir sobre mí... 
Te voy a llenar de leche mi puta, dime que la quieres, que la quieres ya...

Giro mi cabeza, me sujetas fuerte con tu mano por el cuello, manteniendo mis ojos fijos en los tuyos, mi pelo pegado en mi cara, de sudor, de lujuria...
.- Quiero que me llenes de leche hasta que me rebose, quiero sentirla escurrir por mis muslos, cielo...

Y es la verdad. La quiero dentro de mí, cálida, llena de vida, tu esencia, mi coño oliendo a tí, a bestia que se vacía en mi interior... Te siento tan mío cada vez que lo haces.
Y aceleras tus embestidas, sujetas mi culo con tus manos, lo abre para tí. Eso te gusta. 
Te gusta verme totalmente abierta para tí, entregada a tu polla. Ofrecida a tu falo. 
Separas mis nalgas con una mano, con la otra ensalivas mi culo...mientras tu polla sigue perforando mi coño con embestidas que me destrozan de placer, rallo la desesperación, sintiendo aún las sacudidas de mi orgasmo, mientras mi cuerpo recibe más y más. 
Te oigo gemir detrás de mí, oigo cómo se acelera tu respiración, como tu polla se endurece todavía más,  como invade y ocupa totalmente el espacio que mi coño empapado le puede ofrecer, como mis paredes te abrazan cada vez más, y te retienen para que sigas rozándolas, provocan espasmos a tu paso, porque soy tuya, y quiero que me hagas tuya de la mejor manera que sabes hacerlo, vaciándote en mí, llenándome de tí... y te lo grito...
.- Diossss... lléname, lléname como a una puta... como la puta que soy... Hazlo cielo, dame toda tu leche...

Y tú, tan caliente, tan macho, tan duro, tan desquiciado en tus embestidas, emites un sonido sordo, un gemido que ahoga tu garganta, un suspiro... clavas tu mano en mi carne, tu dedo en mi culo... tu boca en mi oído, y te corres. 
Te corres en mí, por mí, para mí, sobre mí, mío...
.- Ahí lo tienes, mi niña... ufffffff... Ahora sí que rebosas mi leche... de ayer, de hoy...

Y te dejas caer sobre mí. Con tu polla dentro de mí, acabando de latir, de llenarme de leche, tu corazón palpitando en mi espalda, tu boca llenando de tu respiración mi oído, tus manos en mis costados, tu cuerpo en mí. Nuestros cuerpos que se reverencian el uno al otro. 
Yo, hembra satisfecha. 
Tu hembra. 
Tu puta. 
Tu niña. 
Todo lo que quieras. 
Tu y yo. 
Pero tranquilo; es domingo. 
Podemos quedarnos en la cama todo el día, comer tarde, quejarnos de que mañana es lunes... y follar. 



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